Muchas veces creemos que un cristiano no puede ser envidioso. Realmente un cristiano no debe sentir envidia, pero nadie está exento a que en un momento de su vida por alguna razón ese espíritu quiera acecharle. Si el espíritu de envidia lo acecha debe reprenderlo inmediatamente como un verdadero cristiano. Cuántas veces vemos gente que desearía tener la vida de otra persona. Es decir, poder tener sus cosas, su felicidad y demás. Quien sabe si todo lo que tiene esa otra persona realmente es fingido. La felicidad que demuestra tener no sea tan cierta y lo que posee sea a base de sacrificios inaprobados por Dios.No sabemos cuántas veces paso hambre por tener cierto lujo, cuántas veces se le atraso su hipoteca, o cuántas veces no durmió porque sus tarjetas de créditos estaban hasta la cima de altas.
Vemos hoy día como el espíritu de inconformismo arropa a la humanidad incluyendo la iglesia y por una grieta entra el de envidia.
Antes de desear o querer ser como otro ser humano, encontremos en nosotros lo que nos lleva a ser especiales y agrademos a Dios para que nuestro objetivo principal sea el cielo.
1 Pedro 2:1
Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,
Oración
Amantisimo Dios y Padre celestial
Vengo a ti con corazón humillado.
Si en algún momento he sentido envidia te pido me perdones. Deseo ser partícipe de las bodas del cordero. Si el espíritu de envidia quiere acecharme te pido me ayudes a identificarlo y reprenderlo inmediatamente para así poder agradarte.
Te lo pido en el dulce y poderoso nombre de tu hijo amado Jesús.
Amén
Dios te bendiga!
